viernes, 22 de abril de 2011

UN CAMINO DE ROSAS Y ESPINAS

La vida ya de por sí, tanto la mía como la de los demás es un camino de rosas y espinas.
La experiencia que voy a relatar, para mí tiene un sabor agridulce.
Se trata del nacimiento de mi hija que ya mismo cumplirá  seis años, Irenita.
Yo por aquel entonces, tenía diecisiete años y vivía en un pueblo de Málaga llamado Vélez-Málaga, entre la naturaleza y el mar…
Yo vivía con el que era mi pareja y padre de mi hija, pero no vivíamos solos, también sus padres, su abuela de cerca de noventa años con una enfermedad, su hermano, la novia de su hermano con su hija por aquel entonces recién nacida.
Yo llegué allí y no me incomodó para nada el vivir con tanta gente ya que cuando vivía con mis padres, también éramos muchos conviviendo en una casa, mis padres y mis siete hermanos.
Yo era muy felíz con el que yo creía que iba a ser el amor de mi vida o el amor definitivo. Me quedé embarazada al poco tiempo de estar conviviendo con él, era un embarazo muy deseado por ambas partes y estábamos muy felices, pero al mes de embarazo, se empañó toda esa felicidad…
Recibí mi primera paliza por parte de él, fue muy duro para mí, pero como niña que era, sola y sin mi familia allí no tuve más remedio que perdonar, mi corazón y las circunstancias me lo imponían…
Pero ahora después de tantos años de eso, me pongo a recordar y no puedo llegar a entender que llegara a  perdonarle, primero por alzarme la mano y lo segundo por hacerlo estando embarazada. Esa vez me tuve que ir de su lado y no haber aguantado tantas cosas, pero por mi inmadurez y mi enamoramiento, no pude…
Los siguientes meses, fueron parecidos, ya todo era un infierno y yo tonta de mí aguantaba y aguantaba. Mi familia no sabía nada, porque yo me encargaba de que no se enteraran de nada de lo que me estaba ocurriendo, no quería por nada en el mundo separarme de él, seguía pensando que era el amor de mi vida, el padre del hijo que estaba esperando, no podía abandonarlo…
Finalmente después de nueve meses de complicaciones en el embarazo y en el nacimiento, vio la luz mi niña…
Pero si me pongo a meditar, la verdad es que ha nacido para ver los problemas de la vida muy pronto…
Nos separamos por fin cuando ella tenía casi dos años de edad, la venda se calló de mis ojos y pude ver todo ya con claridad, les conté a mis padres todo el drama en el cual estaba y vinieron en nuestra busca.
Él no derramó ninguna gota de lágrima por sus ojos, ni una palabra…nos dejó marchar sin ni siquiera pedir perdón por haberme destrozado mi juventud, por haberme marcado para siempre…
Mi hija está muy feliz, porque aquí esta su madre para hacerla feliz en todo lo que pueda, y que nunca más me vea llorar por alguien que no merezca la pena, aunque sea su padre.

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